La postal de Victoria Eugenia fue el inicio del golf en España

La postal de Victoria Eugenia fue el inicio del golf en España

Así muy bien lo reporta el trabajo de doctorado de Gerardo Rebanal sobre la historia del golf español que inició a principios de siglo XX la Reina de España junto a su esposo, el Rey Alfonso XIII, acompañados del duque de Alba y muchos otros que estudiaron en Inglaterra y que regresaron hablando del golf

Madrid, España, 16 de Diciembre del 2016, (www.revistafairway.com).- En el desarrollo del golf español hay importantes figuras del momento involucradas, como el Rey Alfonso XIII por su interés por lo inglés, la Reina Victoria Eugenia (abuela de Juan Carlos I), el duque de Alba, así como gente que fue a estudiar a Inglaterra a finales de Siglo XIX a los colegios, como el Beamont College o Stony Hurst, y que practicaron allí el golf; en una noticia se recoge que venía con sus palos de hockey y sus palos de golf. Ella (Victoria Eugenia) impulsó la creación de los primeros campos en La Granja, también en terrenos de Patrimonio Nacional. De igual modo, también fue la gran ilusión en la vida del duque de Alba, quien mantuvo el golf toda la vida. Alfonso XIII la mantuvo después del exilio, y siguió jugando después. Es un gran deporte para muchos.

Todo esto es parte del trabajo de doctorado de Gerardo Jaime Rebanal Martínez, cuyo título es H.S. Colt y la construcción del Real Golf de Pedreña: deporte y golf en España (1900-1939), presentado el 10 de septiembre del 2010 en el departamento de Historia del Arte y Musicología en la Facultad de Filosofía y Letras del campus de Milán en Oviedo, y su resumen dice: “La presencia veraniega de los reyes de España y sus preferencias deportivas fue uno de los motivos de la construcción del Real Golf de Pedreña, inaugurado por ellos en 1929 en un singular emplazamiento de la bahía de Santander. Lo proyectó el inglés H. S. Colt. El duque de Alba, amigo personal del rey, fue otro de los impulsores del golf en España, promoviendo campos como el del club de la Puerta de Hierro, inaugurado en 1914 y diseñado también por H. S. Colt. En un trabajo que se enmarca en el programa de Doctorado “Ciudades del Arco Atlántico. Patrimonio cultural y desarrollo urbano,” donde el hecho de tener proyectista común, como H. S. Colt, para espacios deportivos en regiones costeras de Gran Bretaña, la costa oeste de Francia y el norte de España, demuestra una conexión cultural, deportiva, de ocio y de modas entre los espacios costeros del Arco Atlántico.”

Sobre el mismo tema, nos apoyamos en el trabajo de Marcos Palicio en su publicación en el diario Nueva España: Asturias del 16 de septiembre del 2014 ‘Mucho más que golf,’ basado en el doctorado de Gerardo Rebanal sobre la historia del golf en España, en el que se describe que todo comenzó cuando “Victoria Eugenia de Battenberg (Princesa Ena) todavía no era reina de España cuando envió a su prometido, el futuro rey Alfonso XIII, una fotografía suya jugando al golf en la residencia familiar de Osborne, en la isla inglesa de Wight. Era diciembre de 1905 y en España aquel juego escocés era todavía una extravagancia sin seguidores, ni apenas hoyos donde jugar.”

Aquella postal,” continúa el escrito de Palicio, “luce como elemento de prueba en la tesis doctoral de Gerardo Rebanal, un arquitecto que buscaba un doctorado en Historia del Arte y lo encontró jugando al golf. Arquitecto, funcionario del Principado y jugador aficionado desde el 2000, quería un asunto diferente, inédito, y descubrió que investigando los caminos que trajeron el golf a España, analizando los primeros campos y los nombres de los pioneros, desempolvaba una aventura de mucho más que golf que agitaba una mezcla de historia social y del arte con arquitectura deportiva. Que con el cóctel final se podía iluminar un territorio inexplorado. El pasado viernes leyó su tesis en la Universidad de Oviedo y se doctoró con notas sobresalientes, gracias a la primera monografía académica sobre los precursores del golf en España, dirigida por Luís Sazatornil, de la Universidad de Cantabria, y tutelada por Carmen Bermejo, profesora de la Universidad de Oviedo.”

De esta manera, “Victoria Eugenia, la reina escocesa, acunada en la patria natal del golf, vino a la España de principios del siglo XX cargando con los palos y enseñó a jugar a Alfonso de Borbón antes de su boda,” observa Palicius. “Rebanal, cántabro afincado en Asturias desde finales de los ochenta, estudia el trayecto que siguió el deporte de los 18 hoyos para saltar el Canal de la Mancha y detenerse en Francia antes de pasar a España ‘con bastante retraso.’ Y aunque en el principio el golf se jugó en el istmo de Gibraltar, en Río Tinto (Huelva) o en Canarias, el primer impulso se lo dio la aristocracia y la burguesía industrial hacia Madrid – ‘hay imágenes abundantes de golf en el hipódromo de La Castellana entre 1905 y 1906,’ Cataluña y puntos selectos de la costa Norte.”

Y continúa Palicius, “El campo que Victoria Eugenia echó en falta en La Granja (Segovia) durante su Luna de Miel, se construyó al año siguiente (1907) y otros entusiastas completaron la geografía de la prehistoria del golf español, extendiéndola a Cataluña y muy significativamente, a los centros de veraneo cantábrico de las élites. Al País Vasco, a Cantabria, a La Toja… Saltando Asturias, que no tuvo campo hasta el de Castiello, en el Gijón de los cincuenta, y que se mantuvo al margen de aquel primer auge de la construcción de campos de golf, entendido ya en los albores del siglo pasado como un regalo turístico, una estrategia de atracción de veraneantes ilustres, ‘que luego aprovecharon para jugar los locales.’”

Tampoco había campos antes de la guerra entre Málaga y Sitges,” apunta Rebanal, y agrega, “todo el Mediterráneo estaba vacío.” Destacando Palicius, “el caso es que el golf vino en las maletas de estudiantes en Inglaterra y de mecenas, entre otros del Duque de Alba de entonces, Jacobo Fitz-James Stuart, padre de la duquesa actual, que tuvo que ver en la llegada a España de H. S. Colt, a principios de siglo,” lo que se conocía como “‘el arquitecto más famoso del mundo de campos de golf.’ Proyectó en España las instalaciones de Puerta de Hierro (Madrid), Sant Cugat (Barcelona), Sevilla y Pedreña en Cantabria, y es uno de los protagonistas estelares de la monografía de Rebanal,” observa Palicius.

En su trabajo, describe Palicius, “él estudia ‘cómo se originaron, cómo se distribuían los hoyos, su trazado o tipología,’ y lo que queda de ellos. Ya sean restos de un hoyo, como en Neguri, en Las Arenas (Bilbao), que hoy es un parque público, o nada, como en el de las Cuarenta Fanegas, en Nuevos Ministerios (Madrid). O casi todo en Zarautz (Guipúzcoa), ‘el más antiguo que se conserva,’” observa Rebanal, acotando, “La Toja desapareció y se rehízo en 1969, Pedreña está tal y como lo dejó Colt….” Cerrando Palicius, “el arquitecto Rebanal analiza en su obra la evolución entre 1900 a 1936, la cual describe como la época de los pioneros, la de las primeras pruebas para hacer los campos… También por la dimensión aristocrática en el origen un deporte a cuyos precursores, remata el autor, ‘no se puede acusar de paternalismo.’ En esa misma época, se dio a luz a los primeros profesionales, caddies y profesores, y a la prehistoria de los campeonatos abiertos, aunque las instalaciones españolas se abren ‘muy poquito a poco.’ ‘El primer campo municipal inglés es de 1893; el español, de los ochenta del siglo XX.’”

H. S. Colt, por su parte, fue uno de los grandes arquitectos de golf del Siglo XX, quizá el primer gran arquitecto mundial en los años 10, pero fue de formación legal, fue un solícito. Estudió en Cambridge, pero en seguida fue un gran jugador amateur. Empezó a trabajar en 1894 como abogado en el sur de Inglaterra; se formó allí un pequeño club de golf, y en 1901 presentó su solicitud al secretario gerente de un gran club de golf que se inició entonces a 30 kilómetros de Londres, en Sunningdale. Estuvo allí trece años, durante los cuales trabajando en ese campo y en su mantenimiento; aunque él era el gerente, pues tenía allí su greenkeeper, todas las semanas pasaba una revisión del estado del campo, del mantenimiento, problemas, enfermedades… Y también se inició en los primeros años como proyectista de nuevos campos, y fue el que fichamos para hacer los mejores campos españoles antes de la guerra.

La situación geográfica del golf en España antes de la guerra es Madrid en el centro; San Sebastián, Vizcaya, Santander en la costa norte de España, La Toja en Galicia en 1910. Asturias se salta, no hay esa promoción de golf en España; entre Málaga y Sitges no hay golf antes de la guerra. Es una distribución bastante variable, aleatoria; hay golf en Barcelona (Cataluña), en zonas industriales, de relación con los británicos, pero en Asturias no hasta después de la guerra. También es un deporte que exige una demanda de espacio muy grande, unas 50 hectáreas. Necesitas conseguir terrenos, también poner en marcha una masa social o un apoyo oficial, como hubo en otros campos de España.

El Club de la Puerta de Hierro es el lugar más ‘chic’ de Madrid antes de la guerra, desde 1914 hasta la guerra. O sea, cualquier persona de interés que se trae a Madrid se le lleva a comer a Puerta de Hierro; Chesterton come allí en 1926; y como él, muchísimas personas. Es el lugar de referencia, el lugar para enseñar. Europeo por su casa social, que no es un lujo pero es una casa social bien puesta: está la sociedad, la arquitectura. Trabajaban sobre el terreno, pero es arquitectura, necesitas una idea, establecer en esas cincuenta hectáreas dieciocho hoyos, hay que modelar el terreno, dónde situar los greens, la casa club, el acceso. Hubo campos en los 20’s de muy buen nivel de construcción y sociales; otros más limitados, pero con buen nivel deportivo, como fue el campo de Neguri, pequeñito pero con mucha proyección. Costó aceptar socialmente el golf, sus propios clubes, en general no fueron instituciones de difusión deportiva, porque eran sociedades en su mayoría privadas, No hubo campos públicos antes de la guerra. Y así finaliza esta breve e interesante introducción del golf en la península ibérica, gracias al doctorado de Gerardo Rebanal y al trabajo de Marcos Palicius.

Fuente:

 
 
Share This