Los secretos del ‘green’

Los secretos del ‘green’

Gonzalo Cetina, instructor de golf ha forjado a varios golfistas panameños de los que se siente orgulloso de los triunfos obtenidos en sus carreras

Su rostro está quemado por el sol y sus dedos se ajustan perfectamente al driver. Es un maestro que enseña golf y se llama Gonzalo Cetina, un colombiano que llegó a Panamá hace más de 25 años.

Habla pausado, repite la técnica varias veces y asegura que este juego se gana con la cabeza y no con la fuerza.

Replica: “Los golfistas buenos nacen”, de los otros se encarga Cetina. Los ha visto con dos brazos zurdos y golpeando la tierra. “Para todos hay remedio”, agrega.

Sus enseñanzas se basan en una carrera de jugador profesional de casi 47 años en los que visitó los mejores campos de América y Europa. Además de múltiples actualizaciones como instructor.

Es un viejo zorro que se conoce todos los caminos para llegar al green y salvar el par. En el trayecto no falta un chiste para quitar el estrés y un consejo.

Sus giras internacionales lo llevaron hasta Miami (EU), donde recibió una invitación que le cambiaría la vida. Así llegó a tierras panameñas y su primera parada la hizo en el Club de Golf de Panamá. En ese entonces tenía 28 años de edad, ahora tiene 63. Venía de compartir cancha con Severiano Ballesteros, Bernhard Langer y Roberto De Vicenzo, grandes figuras a nivel mundial que habían jugado en el country club los Lagartos en Bogotá, en Colombia.

Cetina suspira y no olvida que en ese club comenzó su carrera, le quedaba muy cerca de la escuela, donde improvisó sus primeros palos de golf, unas varillas de hierro de construcción a las que les dio forma para poder golpear unas bolas de tenis en sus recreos.

Su título lo consiguió en la Federación Colombiana tras cumplir tres años de aspirante y completar su bachillerato, dos requisitos indispensables para poder trabajar como profesional en el Club Militar de Bogotá.

En 1971 hizo su debut en Colombia, ocupando un segundo puesto que repetiría en los dos siguientes eventos. Su sorprendente estreno le dio la oportunidad de recorrer todos los campos de Sudamérica, Centroamérica, México, Estados Unidos, Grecia y Francia. Allí remató su carrera como profesional.

En 1989 tocó suelo panameño y sus primeros alumnos fueron Sam Scribner y Donald Chadwick, los mejores golfistas de la época. “Daba clases todo el día, a hombres y mujeres”, destacó.

Recuerda con orgullo que fue el profesor de Luis Cargiulo cuando se proclamó campeón del Junior Open Championship de Escocia en 2000, y del equipo que representó a Centroamérica y el Caribe en el Mundial de equipos en Japón un años después.

Alternaba la enseñanza con su juego. La edad, la experiencia y la habilidad lo llevaron a decidirse por ser instructor, aunque no rechaza ningún match.

Comenzó como maestro de golf en el Club de Panamá, por eso conoce muy bien la sede, la misma donde esta semana se jugará el Web.com, un torneo que da boletos para jugar en la élite mundial, una tarjeta que busca el argentino Ángel Cabrera.

“Viene el Pato. Tremendo jugador, hay que verlo”. Entre su palmarés el argentino tiene un US Open y un Masters de Augusta, dos de los cuatro mejores torneos en el mundo.

“Amo a Panamá, me nacionalicé hace 10 años. Solo tengo gratos recuerdos de este deporte y país. Entre mis contribuciones puedo decir que reactivé la Asociación de Golf de Panamá”, comentó.

Para ser un buen jugador es necesario la disciplina y concentración. El golf es un deporte mental, el 95% tiene que ver con la parte sicológica del hombre y el otro 5% es la parte física.

Las habilidades de cada individuo son diferentes, son los puntos de referencias que necesita Cetina para trabajarlos. Hay principiantes que le pegan bien a la bola y otros que tienen la dirección correcta, pero también “los hay que ni idea”.

Las principales virtudes de un buen jugador deben ser la disposición de aprender, de seguir los objetivos de la práctica y de conseguir el acondicionamiento físico, un aspecto necesario para recorrer los 18 hoyos. Después viene el swing y la estrategia de juego.

“El swing delata al jugador. Revela sus virtudes y errores. Es lo primero que se necesita corregir”, agrega.

Con la primera práctica o el primer swing se puede conocer el grip (agarre), el stance (posición) y trabajar que el golpe no sea de fuerza ni tensión, tiene que ser de velocidad de atrás hacia adelante.

Luego se advierte sobre los factores que pueden influir para llegar al green. Allí es otra cosa, aporta.

Hay que tener cuidado con el viento, la bola, el palo con que se golpea la pelota y la dirección. En el green se debe evaluar el corte de la grama y la velocidad con la que pueda girar la bola. Es un juego de estrategia en el que cada golpe de aproximación debe ser analizado como una movida de ajedrez.

“Yo me tengo que acoplar al jugador, sea hombre o mujer, porque no todos tienen la misma disposición para aprender con la misma rapidez”, destacó.

Cetina dio algunos secretos para recorrer la cancha. “Si caes en una trampa es importante sentir la arena si está suave o dura, se le pega dos pulgadas antes de la bola con una explosión de arena. Y para no errarla hay que tener balance y mirarla, no le quite la vista de encima porque es traicionera”.

Para golpes largos recomienda el driver, no los hierros que a veces utilizan algunos jugadores porque le dan confianza.

También dijo que es mejor pasarse al hoyo a quedarse corto. Si sucede esto último jamás podrás meter la bola. Sobre los hoyos par 3 de 170 prefiere atacarlos con palos de hierros.

Recomendó que para comenzar a jugar lo básico es tener un medio set que debe incluir un driver, una madera 5, hierro 4, 6 y 8, un putter para el green sand wedge para sacarla de las trampas de arena.

El golfista nunca termina de aprender siempre existirá una nueva cancha, un nuevo reto.

Fuente: La Prensa

 
 
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