El Golf y nuestros hijos en edades formativas

El Golf y nuestros hijos en edades formativas

Cada día son más los jóvenes que practican el golf en su tiempo de ocio.  Algunos porque lo hacen sus padres o amigos, otros simplemente porque les gusta esta actividad, y otros con el objetivo de llegar a ser deportistas de élite. El deporte es una excelente escuela para el desarrollo y maduración física, mental y emocional de los chicos.

Muchos padres consideran que el golf es una buena opción para sus hijos, por lo que su disposición es muy favorable. Para muchos padres, la práctica deportiva de sus hijos supone una dedicación especial que suelen aceptar gustosamente: hay que llevarlos y recogerlos, organizarse en función a los entrenamientos y competencias, y hasta en muchos casos, organizar las vacaciones familiares en torno a eventos deportivos. Algunos padres sueñan con que sus hijos sean golfistas de élite y están dispuestos a cualquier sacrificio.  Otros esperan que sus hijos practiquen golf porque propicia una buena formación y los mantiene ocupados y lejos de las drogas y las malas compañías.

Cuando nos referimos a deportistas jóvenes, estamos hablando de deporte formativo, el cual conlleva, no solamente desarrollar las cualidades deportivas del jugador, sino también las humanas para poder triunfar, tanto en el competitivo mundo de los deportes, como en la vida. Se debe aprovechar esta etapa y esforzarse por que los chicos aprendan a ser mejores personas, al tiempo que disfruten plenamente lo que hacen.

A través del deporte, en este caso el golf, el niño logra el desarrollo de destrezas y aprendizaje de habilidades, el fortalecimiento de la autoestima en el respeto y la aceptación de si mismo, de sus fortalezas y debilidades. También desarrolla habilidades sociales. Aprende cual es su rol dentro de un equipo y reconocimiento del otro, ya sea como compañero o rival.

El joven va a aprender a respetar un reglamento que es igual para todos y que lo lleva a aceptar posibilidades y limites. Va a iniciar el desarrollo de los  procesos de percepción, evaluación, decisión y acción. Todos estos necesarios en el proceso de formación y aprendizaje del gesto deportivo y su aplicación en las distintas situaciones del juego y competencia.

Estos beneficios no son automáticamente transmitidos por la mera práctica del golf, sino que deben ser cuidadosamente planificados y reforzados por los adultos. Los padres y entrenadores juegan un papel muy importante en el desarrollo personal y deportivo de los jóvenes golfistas. Así como son una fuente de apoyo incondicional, éstos se pueden volver una fuente de presión y elevada exigencia. El deporte juega papel importante en proceso de socialización de los niños y por supuesto que quieren ganar; eso no esta mal, es parte del deporte;  hay triunfo o derrota. Los adultos deben mantenerse al margen y dejar que sean los chicos los principales protagonistas, sin presiones extra.

Jugar golf puede dejar de ser divertido, y a medida que crecen aparecerán muchas actividades que competirán por el tiempo de los jóvenes. Cuando la necesidad de triunfo asfixia, el logro se aleja, pues la capacidad de pensar libre y creativamente y la capacidad de movernos deportivamente se achica.

Es importante diferenciar los ideales, las metas, las pasiones y los deseos de cada uno. Es muy difícil sentirse a gusto con la actividad deportiva que se practica, tenga la edad que se tenga y en el nivel de competencia que se elija, si no lo disfrutas. Las edades más tempranas son las más indicadas para que los chicos desarrollen la pasión por el deporte que elijan. Si hay placer y sentimientos positivos, hay posibilidades de aprendizaje y desarrollo de la técnica, lo que redundará en mejores posibilidades competitivas. No invirtamos el orden.

El psicólogo del deporte te puede ayudar a ser un mejor padre o entrenador de un joven en edad formativa. El profesional debidamente preparado los guiará a mantener la triada jugador – padre – entrenador  fluyendo y promocionando la práctica del golf. El golf infantil y juvenil debe ser una actividad que una a padres e hijos y una fuente de alegría donde competir sea un desafío y no un sufrimiento producto de las presiones. A estas edades, después de un partido las preguntas correctas deben ser:  “¿Te divertiste?, ¿ Qué tal la pasaste?”, en lugar de,  “¿Cuál fue tu score o ganaste?

Por: Marybel Guzmán

 
 
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