Cómo fue la reconstrucción de Emiliano Grillo hasta aterrizar en el US Open

Cómo fue la reconstrucción de Emiliano Grillo hasta aterrizar en el US Open

Debía cambiar. Sí o sí. Lejos estaba de haberse hundido en un pozo, pero sabía que si no revisaba esos alertas del cuerpo y de la mente, el destino más probable era el derrumbe deportivo. Hoy, Emiliano Grillo lustra los palos para participar en el US Open , que comenzará este jueves en Shinnecock Hills, en Southampton, New York. Hasta hace un par de meses estaba fuera del segundo major del año, pero tocó las teclas necesarias para resignificarse como golfista luego de aceptar una amplia estrategia de calibración.

El juego corto, los palos largos y sobre todo el green fueron las facetas del ajuste del juego del chaqueño

En el golf, las estadísticas sirven para esclarecer buena parte del rendimiento de un jugador. Los números le daban un balance negativo al chaqueño, empezando por el ranking: había terminado 25° en 2016 y el año pasado descendió al 73° lugar. Había logrado un gran impacto al triunfar en la temporada 2015/2016 en Napa, California, una victoria en el PGA Tour en su primer torneo como miembro de la gira. Apenas tenía 23 años. Sin embargo, el paso del tiempo, la presión de ser visto desde afuera como una incipiente figura y varios vicios que fue adquiriendo en su técnica empastaron la máquina, más allá de varios puntos altos a lo largo de estos tres últimos años.

El 52° puesto en el ranking le permite a Grillo formar parte del field del US Open

Su ansiedad y sobrexigencia no ayudaron en nada en su progreso. En el Open Británico del año pasado, donde falló el corte y terminó jugando «pésimo», tal su diagnóstico, reconocía a LA NACION: «Tengo que ser un poco más paciente, relajado, y así esperar los resultados, no correr detrás de ellos». Aun consciente de que esas urgencias estaban confundiendo su cabeza, no podía revertir su difusa realidad. Y cuando quedó eliminado prematuramente del PGA Championship 2017 supo que debía torcer definitivamente el rumbo para no diluirse en el circuito.

Fue en ese certamen donde el manager de Grillo recurrió al coach Hernán Rey para conseguir la clasificación para la Presidents Cup (se enfrentan el equipo Internacional y EE.UU.), un objetivo que terminó cumpliéndose y que devolvió una muy buena experiencia, más allá de la derrota en conjunto. Puede decirse que allí, en esa alianza con el ex jugador del Tour Europeo, comenzó la transformación del rubio del Chaco Golf Club, que en esta temporada ostenta dos terceros puestos (Houston Open y Fort Worth Invitational), cinco top 10 y ocho top 25. Además, apenas falló un corte de 17; solo tuvo un traspié en New Orleans en pareja con Peter Uilhlein. Ahora, la solidez y el aplomo en la cancha son su marca registrada.

¿Por dónde empezó la reformulación del juego? Hubo que ir a fondo con su deficiente performance en el green, que le estropeaba muchas tarjetas. Básicamente, era inconsistente en el control de velocidad de los putts y a la hora de encuadrar la cara del putter. El plano en el que se movía ese palo no era el ideal y también cometía el error de desacelerar al momento de tirar. Grillo y Rey se aplicaron entonces en un profundo estudio en el que midieron putts de diferentes distancias y analizaron técnicas para ver cuál de ellas devolvía mayor consistencia. En cuanto Emiliano puso la mano izquierda debajo de la derecha y cambió el grip, renació la precisión y volvió el toque justo. Pero antes, también, hubo que reacomodar sus pies porque los tenía excesivamente rotados hacia el objetivo, ajuste que permitió mejorar la posición en el address. Estas variantes le dieron un mejor plano y una mayor consistencia de su golpe, la recompensa más buscada en este hábito de repetir con éxito una rutina y conservar un alto porcentaje de efectividad.

El jueves, en la primera vuelta del US Open, Grillo saldrá a las 14.14 de nuestro país y compartirá el grupo con los locales Keegan Bradley y Xander Schauffele; el torneo se transmitirá en vivo por ESPN

Grillo asimiló rápido los cambios, basado tanto en la sensible mejora que detectó en sus estadísticas -que eran malas- como en la percepción de sí mismo sobre el green. Ya sin achacarse defectos, empezó a verse por fin como un buen jugador de putt. Y con la técnica dominada se nutrió de confianza, un dividendo que se observó en los últimos torneos. Si no se llevó el título en Houston o en el Colonial fue porque Ian Poulter y Justin Rose se embalaron de manera notable en los respectivos torneos, pero el chaqueño hizo su parte y siempre merodeó la cima del leaderboard.

Hubo que atender otras cuestiones en la técnica del swing, pero no se trató de un cambio de motor como en el juego sobre el green, si no apenas una alineación y balanceo. Rey notó que Grillo buscaba jugar con fade (efecto de la pelota de izquierda a derecha) y en varias ocasiones le salía con draw (de derecha a izquierda) con todos los palos, una trayectoria de pelota que le molesta al chaqueño. Entonces le corrigió el ángulo, con la precaución de seguir manteniendo a raya estas malas tendencias al momento de pegar. Y en esa faceta del juego también terminó fortaleciéndose, aunque no fue una mejora tan notoria como alrededor de la bandera porque no había tanto por corregir. Hasta allí, todo lo relacionado con la mecánica del golpe. Pero a la par, la psicología.

Hernán Rey (agachado) siguió paso a pasó la recuperación del juego de Grillo

«Siempre digo que el deportista es inseparable de la persona», opina Rey. En ese equilibrio entre los pensamientos dentro y fuera del campo, se hurgó en la cabeza del jugador para reordenar diversos puntos. Su mirada en el espejo retrovisor le generaba bronca y alguna dosis de frustración; hacia adelante, mucha ansiedad a la espera de mejores resultados. Ni una cosa ni la otra: el objetivo consistió en focalizarse en el proceso y disfrutar del trabajo del día a día para que la ansiedad se evaporara. Fundamentalmente, hacer un esfuerzo para situarse en el presente siguiendo un camino con felicidad. Con 25 años, Emiliano no tiene problema económico alguno, hace lo que le gusta, tiene una mujer (Macarena) que lo quiere y está rodeado de un montón de amigos. Cuando recuperó esa perspectiva archivada en algún lugar de su mente encontró un nuevo empuje, empezó a sentirse más contento y a querer lo mejor de sí, pero a la vez entendiendo que las cosas más importantes de su vida, esos pilares, ya estaban en orden.

Estoy poniendo más expectativas en el proceso que en el resultado; todos quieren ganar el US Open, pero no es que digo que quiero terminar top ten en el torneo o algo por el estilo
Emiliano Grillo

En tren de una oxigenación mental, Grillo corre con una ventaja porque maneja muy bien los tiempos de descanso. Sabe desenchufarse en el momento preciso. Cuando los calendarios del PGA Tour y el Tour Europeo se lo permiten, le gusta dormir mucho, sin horario y sin despertador. Si dispone de dos semanas antes de un torneo usa sólo una para practicar. Y después, la pesca, un hábito clave para su distracción que despunta en una laguna de Palmetto, donde reside en el estado de Florida. «Es un hobbie que tengo desde hace mucho tiempo, algo que me despeja, que me permite ocupar la cabeza en otras cosas. El día en que me paguen más por hacer pesca que por jugar al golf, creo que voy a pensarlo un poco».

Ahora, le queda seguir progresando en esta versión recargada de su talento, con lo difícil que es el desafío de brillar entre tantas estrellas del golf, en una gira que no perdona una sucesión de tropiezos. Sin ánimos de embalarse o de examinarse a sí mismo más de la cuenta -una lección que ya aprendió-, se reconoce ganando en los próximos años el Masters, el torneo grande que más le gusta por lo cómodo que se sintió en el campo de Augusta National. Sabe que si pega recto como acostumbra y al mismo tiempo emboca, es candidato para cualquier cita mayor. Incluso en el Open, porque su pelota tiene una trayectoria baja. En definitiva: es aguardar por esa semana mágica en la que se alcanza el máximo rendimiento, porque su actualidad y su naturaleza de jugador no le imponen limitaciones. Su posición en la FedEx Cup le hace un guiño (figura 29°) y el US Open es una estación más que atractiva para dar un nuevo paso en esta reconstrucción interna y externa.

 

FuenteGastón Saiz – La Nación

 

 
 
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